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10 de abril de 2018

Epí­stola pascual al clero y los fieles de la diócesis de América del Sur

“El Ángel exclamó a la Bendita: Virgen pura, ¡regocí­jate!, y de nuevo diré regocí­jate, porque tu Hijo resucitó del Sepulcro al tercer dí­a”. (Novena oda del canon Pascual)

¡Fue a Ella, a la Beatí­sima Virgen Marí­a, a quien el Arcángel le anunció primero la maravillosa noticia de la resurrección de Su Hijo y Dios!

'Él no está aquí­. Él resucitó' (San Lucas 24,6), escuchan trémulas las mujeres miróforas El anuncio del ángel delante del sepulcro vací­o.

¡Cristo resucitó! estas fueron las primeras palabras regocijantes con las que los Apóstoles, la Purí­sima Virgen Marí­a, Madre de Dios, y las mujeres miróforas se saludaban mutuamente cuando se enteraron de la gloriosa Resurrección de Cristo. Ellos pronunciaban la jubilosa salutación: ¡CRISTO RESUCITí“! Y los otros respondí­an: ¡EN VERDAD EL SEí‘OR RESUCITí“! (San Lucas 24,34). Y hasta nuestros dí­as se repiten estas palabras inmortales, como fundamento de nuestra fe en nuestra salvación y de bienaventurada esperanza en la vida eterna en el Reino de Cristo que nos amó primero.

La Sabidurí­a de Dios transforma el sepulcro en una fuente de esperanza y obliga a la muerte a ser la anunciadora de la inmortalidad. En estos santí­simos dí­as de la Resurrección de Cristo, cuando 'celebramos la exterminación de la muerte', la santa Iglesia con solemnes cánticos, con el festivo repicar de campanas y el solemne resplandor del entusiasmo nos convida a participar de la alegrí­a universal, exclamando que 'en este dí­a creado por el Señor: alegrémonos y regocijémonos'. Abramos nuestros corazones purificados, amados padres y hermanos, y “¡Abracémonos unos a otros; oh hermanos! Y a causa de la alegrí­a de la Resurrección perdonemos a los que nos odian.”

De todo mi corazón los saludo en esta celebración de la SALVADORA PASCUA DE CRISTO a todo el querido rebaño de la Diócesis de América del Sur, al venerable clero que carga sobre sus hombros, algunas veces ya debilitados, la heroica misión del ministerio pastoral en estos tiempos de apostasí­a tan grave, y saludo igualmente a todos los que sirven en el ministerio eclesiástico, a los administradores y miembros de los Consejos Parroquiales, a las hermandades con sus dirigentes, a los coreutas de las iglesias y a todos los que colaboran con las obras religiosas.

Que Cristo resucitado, Dador da Vida nos torne dignos de participar de la gracia salví­fica de esta divina fiesta.

Los saludo a todos con El regocijo Pascual: ¡CRISTO RESUSCITí“!

Y mutuamente respondo: ¡EN VERDAD CRISTO RESUSCITí“!

+ Gregorio
Obispo de San Pablo y de América del Sur
Abril de 2018

 
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