14 de agosto de 2015
La vida familiar
Ningún tesoro en el mundo puede reemplazar la pérdida del tesoro más preciado de una
persona: sus propios hijos. Hay cosas que Dios nos otorga con frecuencia, y otras que
otorga sólo una vez. Pasan y vuelven las estaciones del año, florecen nuevas flores, pero
nunca se repite la juventud. La niñez, con todas sus posibilidades, la tenemos solo una vez
en la vida. Hagan rápidamente todo lo que puedan por adornar, hermosear ese período.
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La fuerza de voluntad es el fundamento de la valentía, pero la valentía solo puede
transformarse en verdadera virilidad cuando cede la voluntad, y cuánto más ceda la
voluntad, allí se manifiesta la virilidad con mayor fuerza.
No existe en el mundo una acción más adecuada para un hombre, que cuando en la plenitud
de sus fuerzas, con amor y con la actitud de un niño, se inclina delante de su padre débil o
enfermo y le demuestra respeto y honor.
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Sabemos que cuando Dios no nos concede aquello que pedimos, es porque es para nuestro
mal. Cuando nos guía por el camino que no queremos transitar, Él tiene razón. Cuando nos
castiga o nos corrige, lo hace con amor. Sabemos que Dios todo lo hace para nuestro bien
supremo.
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Mientras están vivos los padres, los hijos siguen siendo niños y deben responderles a sus
progenitores con amor y respeto. El amor de los hijos hacia los padres se manifiesta en la
plena confianza de los primeros para con los últimos. Para una verdadera madre es
importante todo los que es de interés para su hijo. Ella escuchará con la misma atención las
aventuras, alegrías, desilusiones, logros, planes y fantasías de sus hijos como las personas
escuchan un relato romántico.
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Los niños deben aprender a ser abnegados. En la vida no podrán tener todo lo que quieran,
por eso deben aprender a renunciar a sus propios deseos por el bien de los demás. También
deben aprender a ser solícitos y diligentes. Una persona despreocupada siempre causa daño
y dolor, de manera involuntaria, pero los causa por descuido. No se requiere de mucho para
demostrar atención – basta con una palabra de aliento cuando alguien está en problemas, un
poco de dulzura para con quien parece estar triste, ayudar a tiempo a quien está cansado…
Los hijos deben aprender a ser útiles a los padres y los unos a los otros. Y eso también
implica no exigir atención en demasía o no causar preocupaciones. Apenas crezcan un
poco, los niños deben aprender a valerse por sí mismos, aprender a manejarse sin la ayuda
de los demás para tornarse fuertes e independientes.
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Los padres a veces pecan al preocuparse de manera desmedida o al brindar consejos
insensatos, constantes y exasperantes, pero los hijos deben entender que estos cuidados
desmedidos provienen de una profunda preocupación por ellos.
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La mejor recompensa para los padres por los años dedicados con amor desinteresado es que
vean en sus hijos una vida noble, un carácter fuerte, honesto, serio y piadoso. Los hijos
deben vivir de manera tal que los padres en la tercera edad estén orgullosos de ellos. Que
los hijos llenen de ternura y afecto sus últimos años.
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Entre hermanos y hermanas debe existir una amistad fuerte y tierna. En nuestros corazones
y nuestras vidas, debemos proteger y nutrir todo lo bello, lo verdadero, lo sagrado. Para que
las relaciones amistosas en nuestra propia casa sean profundas, sinceras y sentidas, las
deben formar los padres, ayudando de este modo a que las almas estén más cerca. No existe
en el mundo amistad más limpia, más rica y más productiva que aquella que se da en la
familia, aunque eso sólo ocurre si se la fomenta y desarrolla. Los jóvenes deben ser más
amables con sus hermanas, que cualquier otra mujer joven; y la joven, mientras no tiene
marido, debe considerar a su hermano como la persona más cercana en el mundo. En este
mundo tienen que protegerse unos a otros del peligro, del engaño y de caminos perniciosos.
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- Padre, ¿qué es la vida?
- Una lucha, hijo mío.
Allí donde el preciso puede errar,
Y el más perspicaz ser engañado,
O donde el corazón valiente pueda temblar,
Allí dónde el enemigo no ceja ni de día ni de noche,
Esa batalla abarca todo el mundo -
Pero hay que permanecer en ella hasta el final.
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La vida de todo joven es particularmente difícil. Cuando entra en ella, necesita el apoyo de
todos los que lo aman. Necesita la oración y la ayuda de todos sus amigos. Debido a la falta
de suficiente apoyo y afecto, muchos jóvenes están en desventaja en la batalla de la vida, y
los que salen victoriosos, a menudo le deben esta victoria a los corazones de amor fiel y
verdadero, que les inspiraron esperanza y valor para verlos luchar. En este mundo es
imposible conocer el verdadero valor de la auténtica amistad.
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La mejor manera de comprobar la nobleza de un hombre es observar su relación con las
mujeres. Él debe tratar a toda mujer con respeto, sin importar si es rica o pobre, de alto o
bajo estatus social, y ​​debe demostrarle toda señal de respeto posible. Un hermano debe
proteger a su hermana de todo mal e influencia indebida. Por ella se debe comportar de
manera intachable, ser generoso, sincero, generoso, amar a Dios. Cualquier persona que
tiene una hermana, la debe cuidar y amar. El poder que ella tiene es el poder de la
verdadera feminidad, que cautiva con la pureza de su alma, y ​​su fuerza está en su suavidad.
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Es imposible imaginar la verdadera feminidad sin pureza. Incluso en este mundo sumergido
en el pecado y la iniquidad, se puede mantener esta santa pureza. 'Vi un lirio flotando en el
agua del negro pantano. Todo estaba podrido alrededor, pero el lirio permanecía puro como
una túnica angelical. En un estanque oscuro aparecieron ondas, se sacudió el lirio, pero ni
siquiera una mancha apareció en él.' Así que incluso en este mundo inmoral, una mujer
joven puede mantener su alma inmaculada, irradiando un amor desinteresado y santo. El
corazón de un joven debe alegrarse, si tiene una gran hermana noble, que confía en él y que
lo considera su protector, consejero y amigo. Y una hermana debe estar contenta si su
hermano se convierte en un hombre fuerte, capaz de protegerla de las tormentas de la vida.
Entre hermanos y hermanas debe haber una profunda, fuerte y estrecha amistad, y deben
confiar el uno en el otro. Aunque entre ellos surjan mares y continentes, su amor será
siempre leal, fuerte y verdadero. La vida es demasiado corta para malgastarla en luchas y
peleas, sobre todo en el sagrado círculo familiar.
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Nadie conoce el santo sacramento que sucede en un bebé destinado a vivir sólo una hora en
esta tierra. No vive en vano. En ese corto tiempo, puede hacer más, dejar una huella más
profunda que otros, que viven muchos años. Muchos niños al morir, guían a sus padres por
los sagrados pasos de Cristo.
Es la segunda parte de los citas de Santa Zarina Mártir Alexandra. La primera parte está acá (para descargar)
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