23 de octubre de 2015
Concilio de los santos padres de í“ptina
Se celebra el 10/23 de octubre
El Concilio comprende a:
San León, hieromonje que adoptó la sjima* (1768 - 1841)
San Macario, hieromonje que adoptó la sjima (1788 - 1860)
San Moisés, archimadrita  que adoptó la sjima (1782 - 1862)
San Antonio, prelado que adoptó la sjima (1795 - 1865)
San Hilarión, hieromonje (1805 - 1873)
San Ambrosio, hieromonje que adoptó la sjima (1812 - 1891)
San Anatolio el mayor, hieromonje que adoptó la sjima (1824 - 1894)
San Isaac el mayor, archimadrita  que adoptó la sjima (1810 - 1894)
San Iosif, hieromonje que adoptó la sjima (1837 - 1911)
San Varsonofio, archimadrita  que adoptó la sjima (1845 - 1913)
San Anatolio el menor, hieromonje que adoptó la sjima (1855Â - 1922)
San Nectario, hieromonje (1853 - 1928)
San Nikon, hieromonje que adoptó la sjima, иÑповедник (1888 - 1931)
San Isaac el menor, архиÐüандрит (1865 - 1938)
*sjima (orden ascética monacal de la iglesia ortodoxa)
«…Nunca encontré monjes como ellos. Me parecía que con cada uno de ellos dialogaba todo lo celestial»
N. Gogol
De siglo en siglo fluye a la Vida Eterna la vertienete de la sabiduría de los padres (startsy*) del Monasterio de í“ptina llevando curación a todos los que buscan la salvación y la libertad en Cristo. Libertad de las leyes de este mundo, de las propias pasiones, esa perfecta libertad que determinó nuestro Salvador cuando dijo: «El Reino de Dios está dentro vuestro».
Los startsy eran aquellos experimentados «guías» que le ayudaban a la gente a encontrar el camino hacia Cristo aquí en la tierra. Sus enseñanzas son simples. Todo verdadero maestro desciende al nivel  de su discípulo para ayudarlo a elevarse a los niveles más altos del conocimiento, y los padres de í“ptina descendían a la «niñez» de sus alumnos y hablaban de manera tal que su palabra sea útil tanto a los doctos como a los simples campesinos. Gracias a esto, el monasterio de í“ptina de dejó a Rusia un verdadero «tesoro» de saber espiritual, contenido en breves máximas.
* Los startsy (vocablo ruso ÑÑ‚áрец) son guías espirituales cuya sabiduría se remonta tanto a la experiencia, como a la intuición. A través de la práctica del ascetismo y una vida virtuosa, el Espíritu Santo les provee de dones especiales, incluyendo la habilidad de curar, realizar profecías y proveer una guía y dirección espiritual efectiva. Los startsy son tomados por los creyentes como un ejemplo de santa virtud, fe incondicional y paz espiritual.
San Ambrosio
En el mundo, antes de entrar al monasterio, San Ambrosio tenía un carácter alegre y vivaz, y en el monasterio esta vivacidad se transformó con los años en  alegría espiritual. Sus breves máximas se caracterizan por su espíritu bromista y de liviano aliento.
Por ejemplo, su enseñanza sobre la razón del desorden y la caída en el mundo:
«¿Por qué el hombre está tan mal? – Porque olvida que sobre él está Dios»
Sobre el orgullo que precede la caída y la importancia de evitar criticar a otros:
«No te jactes, arveja, de que eres mejor que las habas: Cuando te remojes, también explotarás».
Sobre cómo crecer en la vida espiritual:
«Quien más ceda, ganará más»
San León
Del mismo modo, dulcificando la palabra pastoral con una broma, una rima, conversaban también otros padres con los peregrinos, tomando en cuenta su edad espiritual. El guía espiritual de San Ambrosio, San León, con frecuencia les recordaba a las personas la utilidad de ceder:
« Muy cerca de donde hay humildad, está la salvación»
San Antonio
En dos renglones, el starets Antonio recordaba cuán importante es para el cristiano de confiar en Dios y rezarle:
« Quien con firmeza a Dios se entrega, recibe de Dios la ayuda»
San Anatolio (el mayor)
El starets Anatolio (el mayor) expresó en una sola frase cómo se debe evitar juzgar al prójimo:
«Ten compasión, y no condenarás»
«Las tres nueces»
Para aquellos que se entregaban a la guía de los startsy, las «lecciones» eran más difíciles. Los verdaderos «profesores» que pusieron los cimientos de la escuela espiritual de í“ptina fueron los primeros starets, San Paisio, y luego los Santos León y Macario.
Las enseñanzas de éste último contenían los principios fundamentales del trabajo espiritual. Esa «medicina» que no siempre es agradable, que tiene un sabor amargo, pero que trae alegría al tomar conciencia de que es verdadera porque a pesar de que la naturaleza humana se opone a la coerción, a seguir el «camino estrecho», en ese camino está el espíritu del Evangelio, el espíritu de Cristo.
Hay tres cualidades, tres virtudes que para San Macario tienen un valor especial: sobrellevar las penas con paciencia, la humildad y el auto reproche. Estos son los cimientos sobre los que se construye la vida espiritual, ahí nace el camino a las virtudes más elevadas: la misericordia, el amor y la plena entrega de sí mismo.
San Macario
El padre Macario nos recuerda que todos aquellos que buscan la salvación, los espera en el mundo un camino de penas, pero no hay que temer, desalentarse o desviarse de este camino ya que nos son enviadas para la purificación espiritual y la adquisición de las más altas cualidades. Y todo aquello por lo que «tiembla el alma»: las pérdidas, el dolor, los esfuerzos, la injusticia, el menosprecio y hasta  la propia imperfección, todo ello debe transformarse en el «material» de nuestra salvación:
«Nuestro camino es tal que, lo querramos o no, las penas deben estar presentes, por economía de Dios, para nuestra perfección y para que adquiramos la paciencia».
Quien adquiere el hábito de la paciencia, pasa por este camino sin esfuerzo. No discute, no trata de cambiar las condiciones en las que fue puesto, sino que las acepta como una prueba recibida de la mano del Señor; y entonces transforma los reproches y las culpas en una oportunidad para mirarse a sí mismo con más atención para observar la pasión apenas aparece, o recordar un pecado del que no se arrepintió. Es decir, que la paciencia lleva al auto reproche:
«La lucha contra las pasiones se hace pesada solo cuando la llevamos adelante con orgullo y confiando sólo en nosotros mismos. Cuando lo hacemos con humildad, acudiendo a Dios por ayuda y corrección, se lleva con facilidad».
En la educación espiritual tradicional de í“ptina, esta visión tomará la fuerza de un aforismo:
«Tienes humidad – tienes todo, pero sin humildad – nada tienes».
Recordando cuando el Salvador dijo que los dones espirituales pueden ser de utilidad sólo si actúa en el hombre el espíritu del amor, el starets Macario aconseja a sus hijos espirituales a no bregar por adquirir los mismos dones, sino por aquello que abre el camino para el amor cristiano:
«No busques ningún don, sino que mejor intenta aprehender a la madre de todos los dones –la humildad – eso es más seguro.»
No sólo las penas externas atacan al hombre sino también las internas: las pasiones no vencidas. El starets  revela una regla general de esta batalla espiritual: se puede vencer la debilidad transformada en hábito solo por medio de su virtud contraria:
«…contra el orgullo – la humildad, contra la gula – la moderación, contra la envidia y el rencor –el amor, y cuando no tengas esas virtudes, repróchate a ti mismo, sé humilde y pide ayuda a Dios».
La idea de la utilidad de la humildad en nombre de Cristo, está presente en todos los  consejos de los padres de í“ptina tanto a los monjes como a los laicos.
Consoladores
La severidad de las enseñanzas de los padres nada tienen de indiferencia. En sus cartas y sermones a sus hijos espirituales hay lugar para la compasión y el aliento. Como ejemplo podemos citar una carta del padre Anatolio que está llena de calidez y empatía paternal:
«En lo que respecta a tu penosa situación en el seno de tus hermanas, sólo podrás demostrar que eres su verdadera hermana y no simplemente alguien que vive con ellas por lástima, cuando les demuestres amor fraternal y les tengas paciencia. Hasta me duele ver y escuchas como todos te oprimen. Pero, ¿si en esa opresión está toda tu gloria futura eterna? <…> Ten paciencia, ten paciencia en el Señor, sé valiente.»
No importa cuán temible ser la «tormenta», cuán infranqueables parezcan las propias pasiones, todo será sopesado, a todo se le determinará su precio en la Resurrección de Cristo:
«…Quien ama a Cristo, trata con todas sus fuerzas de juntar una dote mayor, <…> Dios ama a tales personas.»
Los consejos de los padres de í“ptina abarcan prácticamente todas las facetas importantes de la vida, y en todo momento existe el siguiente razonamiento: una vara se utiliza para los monjes y otra para los laicos, una vara para quienes recién comienzan y otra para quienes se encuentran a mitad o al final del camino.
Pero esos consejos también analizan cuestiones que son comunes para todos: el objetivo de la vida cristiana, sobre un ayuno correcto, el significado y fuerza de gracia de los sacramentos, la oración y las lecturas espirituales, el uso de los talentos que espera el Señor de sus discípulos, los peligros que acechan en el camino de la salvación.
Al leerlos, unos disfrutarán de la maravillosa lengua viva del siglo XIX, otros descubrirán inesperadamente cuestiones muy actuales.
Por eso, sería muy bueno que en el día en que recordamos a San Ambrosio y todos los santos de í“ptina, buscar y releer sus vidas, sus cartas, enseñanzas, para que nuestra vida sea alumbrada con su sabiduría como con los rayos del templado sol de octubre.
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