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23 de noviembre de 2016

El Milagroso Icono de la Virgen de Iveria

Antecedentes Históricos

El Primer ícono de Iver (Iver o Iveria) que ahora se conserva en un monasterio en el Monte Athos, Grecia, fue escrito, según dice la tradición, por el Apóstol y Evangelista Lucas. En el Siglo IX el icono estaba en casa de una viuda que viví­a cerca de Nicea. Esta ciudad de Asia Menor que no existe hoy en dí­a, se hizo famosa debido a los dos Concilios Ecuménicos que se llevaron a cabo allí­. Entre otras cosas, en el último Concilio (séptimo en orden numérico y segundo celebrado en esa ciudad), después de luchar largo tiempo contra los iconoclastas, se logró restablecer la veneración a los iconos.

Durante el reinado de Teófilo, Emperador de Bizancio, quien estaba en contra de los iconos, cierta vez los soldados entraron en casa de la viuda para confiscar todos los iconos. Entre ellos estaba el de la Virgen Marí­a, pintado por el Apóstol Lucas, que ocupaba un lugar preponderante.

Uno de los soldados asestó un golpe al icono con su espada y al instante salió sangre de la mejilla de la Virgen Marí­a de ese lugar. Profundamente conmovido por este milagro, el soldado se arrepintió de haber cometido ese sacrilegio, dejó de apoyar la herejí­a que iba contra los iconos y al poco tiempo se recluyó en un monasterio, donde posteriormente se hizo monje. Siguiendo los consejos del soldado arrepentido, la viuda decidió ocultar el icono de la Virgen Marí­a para protegerlo contra posibles ultrajes posteriores y después de orar, lo colocó sobre las aguas del mar, alegrándose mucho cuando el icono se paró en forma vertical y comenzó a desplazarse hacia el oeste por las aguas.

Escapándose de la herejí­a de los iconoclastas el hijo de la viuda dejó Nicea y se instaló en Athos, donde pasó el resto de su vida como monje. Precisamente de él los monjes de Athos escucharon hablar sobre ese icono, que su madre habí­a dejado ir por las aguas del mar. Los monjes de Athos conservaron durante mucho tiempo esa leyenda sobre el milagroso icono.

Muchos años más tarde el icono apareció de repente, como dice la tradición de Athos, rodeado de fuego en las cercaní­as del monasterio de Iver. Por aquel entonces en el monasterio de Iver viví­a el Santo monje Gabriel, quien era de procedencia georgiana. La Virgen Marí­a se le presentó en sueños y le indicó que le dijera al abad y a los hermanos del monasterio que Ella deseaba darles Su icono como ayuda y protección, y solicitó a Gabriel que se dirigiera sin temor, caminando por el agua, hacia el icono y que lo tomase en sus manos. Cumpliendo las indicaciones de la Madre de Dios, dice la tradición, Gabriel caminó por el agua, como si lo hiciera por tierra firme tomó el icono y lo llevo a la orilla. El icono fue llevado al monasterio y colocado en el altar. Al dí­a siguiente los monjes no lo hallaron en el mismo lugar; lo encontraron en la pared sobre el portón de entrada del monasterio. Volvieron a colocar el icono en el altar, pero al dí­a siguiente otra vez volvió a estar arriba del portón de entrada. Esto se repitió varias veces, hasta que la Virgen Marí­a le reveló a Gabriel en sueños que no deseaba ser protegida por los iconos, sino que querí­a ser Ella la Protectora del Monasterio.

Consecuentemente, se edificó una iglesia en el lugar del portón principal, donde se conserva el icono hasta hoy en dí­a. Por estar en el Monasterio de Iver, el icono también fue denominado Virgen Marí­a de Iver y por su ubicación, 'Portaitisa,' cuidadora del portal.



Los peregrinos al Monte Athos llevaron a Rusia noticias sobre el icono ortodoxo de Iver. En el siglo 17 un Archimandrita del monasterio de Novosspassky en Moscú, Nikon (el futuro Patriarca), se dirigió al abad del monasterio de Iver, solicitándose que enví­e a Rusia una copia del milagroso icono de Iver, lo que fue hecho. Antes de la revolución (1917) este icono se encontraba en una capilla edificada cerca de los muros del Kremlin; pero esta capilla fue posteriormente destruida por la revolución.

Extractos de la entrevista con el Siervo de Dios Jose Muñoz

Hay un enorme y maravilloso milagro en la Iglesia Ortodoxa Rusa en el Extranjero. Exhala Crisma el Icono de la Virgen de Iver.

Publicación de la Iglesia Ortodoxa Rusa, septiembre/octubre 1983.



- Por favor, José ¿Podrí­a contarle a los lectores de nuestra publicación la historia del icono del cual se desprende crisma (myra o mirra) que Ud. trajo al Monasterio de la Santí­sima Trinidad?

- Sí­. Hace casi un año atrás dos de mis amigos y yo viajamos desde Canadá al Santo Monte Athos. En una pequeña ermita dejé a uno de mis acompañantes quien habí­a decidido ingresar a la vida monástica. Desde esta ermita decidimos con mi compañero, quien habla bien el griego, visitar los monasterios más importantes del Monte Athos. Yo tení­a muchos deseos de visitar la celda de los Darlileos, en la cual hay una escuela donde todaví­a escriben iconos de acuerdo con las antiguas tradiciones. Tomamos un bote y llegamos a la ermita de Kapsokalivia. Pasamos allí­ la noche y luego fuimos caminando hacia nuestro objetivo, la celda de Dainileos. Caminamos durante ocho horas por los montes, pero la ermita no aparecí­a. Ya habí­amos perdido la noción del tiempo, pero continuábamos caminando. En cierto momento yo no podí­a seguir adelante y le dije a mi compañero: 'Realmente no puedo seguir adelante, quedémonos aquí­'. Al mirar hacia abajo como estábamos en un monte bastante alto vimos que abajo se veí­a una ermita muy grande. Bajamos por la montaña y resultó ser la del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo. El prior de esa ermita nos recibió cálidamente y nos convidó con té y turrón turco en el patio. Después de eso, cuando ya entramos en el edificio, vi en el taller este icono de la Virgen. Realmente nunca podré describir lo que sentí­ cuando lo vi creo que mi corazón se dio vuelta en mi alma. Este icono se transformó en algo que quise mucho desde el primer instante. Como se trataba de un taller donde se pintaban iconos, les pedí­ a los monjes que me lo vendieran.

Pero me dijeron que precisamente ese icono no se vendí­a ya que se trataba de uno de los primeros pintados en esa ermita. Insistí­ durante mucho tiempo para que me lo vendieran, pero los monjes me dijeron muy cortésmente que no podí­an hacerlo. Lo que sí­ podí­an era hacer una copia para enviármela. Yo sentí­a un apego muy profundo hacia este icono en particular. Después de mis muchas y prolongadas insistencias, hasta el punto en que mi amigo ya se habí­a cansado de traducir lo que yo decí­a, pensé que realmente no tení­a ninguna posibilidad de conseguirlo pues ellos se mantení­an en su negativa de vendérmelo.

A la noche, cuando estuve en la liturgia, en el momento en que se cantaba el 'Digno Es' me hinqué prosternándome y recé fervorosamente ante la Virgen Marí­a:
'Ya hice todo lo que humanamente se puede hacer, les ofrecí­ dinero e insistí­ ante el prior del monasterio. Madre de Dios, ven con nosotros igual a América porque te necesitamos.' Después de esta oración sentí­ una gran paz interior, como si tuviera la certeza de que la Santí­sima Virgen accederí­a a nuestros ruegos e irí­a con nosotros.

Al terminar la liturgia fuimos a merendar, y después nos preparamos para salir de la ermita utilizando un bote. En el momento de irnos no pudimos encontrar al prior en ningún lado para despedirnos. Cuando ya salí­amos de la ermita para ir a la costa que estaba abajo de la montaña (pues la ermita estaba en la cima), apareció el prior con el icono envuelto en papel y me dijo que la Santí­sima Virgen querí­a viajar con nosotros a América. Realmente me quedé perplejo porque esto sucedió justo antes de nuestra partida. Es importante destacar que cuando me iba de la ermita no sentí­a congoja en el alma por alejarme del lugar donde estaba el icono. No puedo expresarlo en palabras, pero realmente no me sentí­a falto de esperanzas. Cuando el prior me dio el icono quise entregarle dinero, pero no lo aceptó pues dijo que, no podí­a recibir dinero por un objeto sagrado. Yo insistí­ pues querí­a agradecerle de alguna manera, aunque sea mediante una donación para la ermita, que era muy pobre, pero el prior no quiso recibir ninguna clase de donación.

Después de que el prior me entregara el icono, le dije a mi amigo:
'Vayámonos rápidamente a ver sí­ todaví­a cambian de idea'. Subimos al bote y cuando navegábamos en dirección a Dafae, yo escuché una fuerte voz interior que me decí­a con gran insistencia 'Ve al monasterio de Iver y coloca tu icono de la Virgen de Iver junto al famoso icono milagroso de la Virgen en Iver que está en ese monasterio' . Aceptando las indicaciones de esa voz fuimos al monasterio de Iver. Allí­ nos recibió un viejo monje que no fue muy amable. 'Esperen, todaví­a no está abierta la iglesia donde está el icono de Iver' , y tuvimos que esperar durante tres horas al lado de la iglesia hasta que vino otro monje y abrió. Cuando le preguntamos al segundo de ellos si nos permití­a acercar nuestro icono al de la Virgen de Iver, se sorprendió mucho y nos pregunto por qué querí­amos hacer tal cosa. Le expliqué que deseábamos que nuestro icono estuviera bendecido, ya que lo í­bamos a llevar a América, donde Satán habí­a tomado todo en sus manos y querí­amos que este icono fuera santo. El monje aceptó y apoyamos nuestro icono sobre el de la Virgen de Iver. Desde el Monte Santo fui a España donde pasé una semana en casa de mi madre. Durante todo ese tiempo el icono estaba completamente seco y no habí­a ninguna señal de humedad en la superficie.

Desde España volví­ a Canadá. Compré una luz de vigilia para el icono y la coloqué entre las santas reliquias de algunos santos del Convento de Kievo-Pechersk que me habí­a dado el Arzobispo Leoncio de Chile cuando yo viví­a allí­, y del otro lado estaba la foto de un icono de la mártir-princesa Elizabet. Pasaron tres semanas durante las cuales yo todas las noches leí­a el Akatistos * a la Santí­sima Virgen. Una noche me desperté alrededor de las 4 de la madrugada y sentí­ que habí­a un aroma muy agradable que llenaba toda la casa, no solo mí­ habitación, sino toda la casa.

En la casa viví­a conmigo un joven y le pregunté si no se habí­a roto algún frasco con perfume, ya que el aroma era tan penetrante. Me dijo que no, de ninguna manera. Le dije entonces.
'Estoy seguro de que este aroma tan agradable proviene de las reliquias que están en la mesita' . Al dí­a siguiente, cuando comencé las oraciones matutinas, miré el icono y vi que de la mano de la Santí­sima Virgen Marí­a salí­an chorritos que se dirigí­an a la parte inferior del icono. Le dije a mi compañero que tuviera cuidado cuando echaba aceite dentro de la lámpara, pues pensé que él lo derramó cuando la relleno. Me contestó que no habí­a llenado la lámpara con aceite.

Tomé entonces el í­cono y lo limpié y me di cuenta de que el aroma procedí­a del icono. Pero todo eso era tan singular que yo miraba, y volví­a a mirar, y no podí­a entender que era lo que realmente estaba pasando. Desde que vi al icono por primera vez, en mi interior sentí­ que estaba ocurriendo algo realmente grandioso, y aunque en ese momento no podí­a entender, lo que sucedí­a era algo sobrenatural. Al poco tiempo nos visitó el ieromonje Irí­neo y me dijo que habí­a que llevar el Icono a la iglesia, y así­ lo hicimos. Al traer el icono a la iglesia lo llevamos al altar, colocándolo sobre el 'Trono' (altar), y el padre Irí­neo lo bendijo nuevamente (el Icono ya habí­a sido bendecido en el Monasterio de Iver y en Pretato, donde me dieron también permiso oficial sellado, permitiéndome trasladarlo del Monte Athos). Del icono colocado sobre el 'Trono' durante toda la misa salí­a chorritos de crisma de la mano del Niño Jesús. Luego pasaron dos semanas más y todaví­a nadie sabí­a nada del milagro que estaba ocurriendo, aparte del padre Irineo que me aconsejó comunicarlo al Arzobispo Vitaly, Primado de Montreal y Canadá. Yo le expliqué que todaví­a no podí­a entender qué era lo que estaba pasando con el icono. Estaba tan sorprendido con todo lo que ocurrí­a con estos eventos maravillosos que realmente no podí­a volver en mí­. Del icono continuamente salí­a crisma. Al final decidimos informar de todo al Arzobispo Vitaly.

Poco después el Arzobispo se enteró sobre el milagro y nos pidió que fuéramos al monasterio. Cuando llegamos allí­ con el icono envuelto en un paño que estaba todo embebido en crisma, el Arzobispo antes que nada tomó un algodón y lo secó completamente, sacando de esta manera todo el crisma que habí­a sobre el icono. Luego lo tomó y fue con él por todas las habitaciones de los tres pisos del monasterio. Cuando volvió nuevamente a la iglesia el icono estaba otra vez recubierto de crisma y chorreaba por las manos del Arzobispo, quien se inclinó ante la imagen y dijo que estaba sucediendo un milagro extraordinario. Luego se llevo el icono a la catedral. A partir de ese momento el crisma nunca dejó de brotar, salvo una vez durante la Semana Santa de este año. El martes de la Semana Santa desapareció todo el crisma y el aroma agradable, y yo pensé que el milagro habí­a cesado. Saqué el icono de su marco, ya que éste era demasiado grande para mi casa, que era muy chica, y lo colgué directamente sobre la pared. No hubo ni rastros del crisma ni el martes, miércoles, jueves, viernes, ni sábado por la mañana. Pero cuando volví­ después del servicio religioso del Sábado Santo vi que toda la mesa estaba recubierta de crisma de color dorado, que goteaba del icono. Esos cinco dí­as fueron la única ocasión en diez meses en que el icono estuvo completamente seco.


- ¿Alguna vez tuvo oportunidad de conocer algún cientí­fico que haya emitido una opinión sobre el milagro del crisma?

- Si, conocí­ a gente instruida que observó el crisma. Conozco un cientí­fico en Miami, cristiano devoto, que observó con sumo cuidado la imagen por todos lados, y después dijo que está ocurriendo el mayor milagro del siglo 20. ¿De dónde procede este aceite? se preguntaba. Dicho sea de paso, cuando ésta persona vino a mirar el icono no querí­a tocarlo, ya que no querí­a inducir en tentación a los creyentes. Yo le dije 'Por favor, mire el icono de todas las maneras que Ud. quiera, pero con la única condición de que no ofenda a la Sma. Virgen' . Lo primero que él hizo fue dar vuelta el icono y observar cuidadosamente todo el dorso. ¿No será que el crisma pasa de allí­ a la parte frontal? El reverso estaba completamente seco. Esa persona dijo que estaba sucediendo algo absolutamente maravilloso; se convenció de que el crisma no sale de la parte posterior del icono, ni tampoco de la madera sobre la cual está pintado. Ya antes de ello se habí­an llevado un trocito de madera de la parte superior para un análisis, pero se averiguó que el icono está pintado sobre madera común de pino.

- ¿Ud. fue ortodoxo desde su niñez? - No. Nací­ en una familia católica romana muy creyente. - ¿Cuántos años tení­a cuando se convirtió a la fe ortodoxa? - Tení­a 14 años cuando conocí­ al Arzobispo Leoncio de Chile. - ¿Y él lo bautizó? - Sí­.

Conozco mis defectos y estoy plenamente consciente de que no soy nada, pero creo que Dios me está utilizando para Sus fines. Dios con frecuencia se muestra a través de los más pobres y desvalidos. Yo soy uno de los últimos en la Iglesia Ortodoxa; no soy ruso, soy convertido, Dios me llamó una vez hacia la verdadera fe por su infinita gracia y ahora me eligió por segunda vez. Pero el Señor me hace sentir que no soy nada. A diario, cada vez más y más, siento que no soy nada; yo solamente soy una herramienta, aunque llena de pecados y no limpia, en las manos de Dios. Ya noté que ciertas personas me hicieron esta pregunta. ¿Por qué es Ud. elegido de Dios? ¿Por qué le pasó esto a Ud.? Y les contesto que siempre recé a la Sma. Virgen y que nunca le pedí­ un milagro, nunca le pedí­ a la Sma. Virgen que me diera alguna muestra de Sí­ misma. Yo creo en la Madre de Dios como creo en Dios, venero mucho a la Madre de Dios porque eso me enseño en mi niñez mi propia madre, que me enseño a amar a la Virgen Marí­a. Creo que la Sma. Virgen se muestra allí­ donde Ella quiere. Aunque durante diez meses hubo muchos inconvenientes, la Sma. Virgen sigue el camino que Ella quiere y va hacia donde Ella quiere.

Ya le dije antes que algunos creyentes me comentaron que durante la estadí­a del icono de la Sma. Virgen en nuestra iglesia sintieron que estaban en la tierra, pero frente a la Madre de Dios estaban en el cielo. Todos sus pensamientos estaban con la Madre de Dios.

En diferentes parroquias donde estuve pude observar que muchos de aquellos que rezan delante del icono derraman lágrimas. Y cuando les pregunté por qué lloraban me contestaron
'Porque a pesar de que soy un pecador tan grande, tan falto de pureza, a pesar de todo la Sma. Virgen nos enví­a tanta gracia' . Por ejemplo, hace poco estuve en Los Angeles, donde conocí­ a una señora cuyo hijo falleció en un accidente automovilí­stico. Esa señora estaba acumulando pí­ldoras tranquilizantes que le daba el médico para tomarlas todas juntas de una sola vez para dejar de existir. Pero alguien le dijo que iban a llevar a su parroquia el icono de la Sma. Virgen del cual emanaba crisma, y cuando ella fue a verlo, se impresionó tanto que enseguida fue a confesar todos aquellos pecados que estaba por cometer. 'Me querí­a quitar la vida porque pensaba que Dios no estaba con nosotros, que Dios nos dejó y que la Madre de Dios tampoco está con nosotros. Pero ahora veo que está aquí­ con nosotros en nuestra propia iglesia' . Además me dijo una persona que leyó un artí­culo en la publicación del Patriarcado de Moscú (octubre del año pasado), que decí­a que la Iglesia Ortodoxa Rusa en el Exilio está muerta, porque no suceden milagros. Eso se publicó en octubre, y al mes siguiente, en contraposición a lo que se escribió, surgió el milagro. Creo que se produjo en nuestra Iglesia para confirmar que nuestra Iglesia Ortodoxa Rusa en el Exilio vive.

A modo de ejemplo, puedo hablar de mí­ mismo. Después de partir de Chile, no es que mi fe se haya estancado, pero comencé a acostumbrarme a ella, Y este milagro en cierta forma sirvió para reavivarla. El milagro confirma que Dios está con nosotros, que nuestra Iglesia no se anquilosó, que no está falta de vida, sino que vive, ya que el mismo Dios nos da estos milagrosos indicios. A veces me hago la pregunta ¿Por qué este milagro no paso en Grecia, o en algún otro paí­s donde la gente hace siglos que reza, y sin embargo se produjo aquí­, en América?


- ¿Se dio Ud. cuenta de que el milagro comenzó justo al año de un hecho importantí­simo en la Iglesia Ortodoxa Rusa en el Exilio? En noviembre de 1981 fueron glorificados los Nuevos Mártires de Rusia, y en noviembre de 1982 este icono de la Madre de Dios comenzó a exhalar crisma. ¿No podrí­a ser que Dios y su Sma. Madre atendieron las súplicas de nuestros Mártires para que de alguna forma consuelen a sus hermanos que siempre se encuentran afligidos en esta tierra?

- Si, es posible que estos hechos estén conectados entre sí­. Su excelencia el Arzobispo Vitaly y otras personas me dijeron que este icono de la Sma. Virgen pertenece al tipo denominado 'Odikitriy' (conductores o guí­as del camino), los que indican el camino correcto. Y que el aroma atrae a las personas. El mismo icono nos atrae con este aroma tan especial que sale del crisma que exhala, para que sigamos el camino que nos indica la Madre de Dios. Pienso que realmente es así­. Es una buena explicación del milagro que se está produciendo. Me di cuenta que el icono atrae a todos, y son pocos, especialmente entre los rusos, los que niegan el milagro. Todos los que vienen a venerar al icono lo hacen con mucha piedad. A veces pasa que una persona viene a la iglesia con el sólo objetivo de ver al icono sin reconocer el milagro, y tan pronto lo ve se produce un cambio en esa persona. Creo que serí­a buena idea tener un registro de todas las curaciones que ha se han producido debido al icono.

- Observé que aquí­ en nuestro Monasterio de Jordanville, la gente no querí­a irse de la iglesia dejando al icono solo, ni siquiera para almorzar.

- Si, sucede que muchos no quieren alejarse de él. En Los Angeles, después de la misa el Arzobispo Antonio me pidió que me quedara junto al icono mientras él iba a almorzar. Después nos quedamos en la iglesia hasta las 11 de la noche. La gente no querí­a irse. En los lugares donde llega el icono se percibe una gracia especial. Dios me ha impuesto una gran responsabilidad porque ahora no me puedo permitir ni siquiera malos pensamientos delante del icono. Ante el icono debo ser moderado en todo. Hasta en la preparación de la comida no me permito cocinar lo que hací­a antes. Por ejemplo, ahora dejé de freí­r cebolla en la casa para no mezclar ese olor con el aroma que exhala el icono. Por ello mi alimentación es ahora muy simple. También creo que la Sma. Virgen se manifestó en nuestra Iglesia Ortodoxa Rusa en el Exilio para reunirnos, porque nuestra Iglesia es la única verdadera, a la que el diablo y sus súbditos quieren dividir y eliminar. Por ello, la Madre de Dios por cierto quiere que nuestra Iglesia, especialmente en estos tiempos, esté muy unida. Por este motivo siempre insisto en que este icono visite todas nuestras parroquias, todos deben ver este milagro. El Padre Ví­ctor Potapoff envió un algodón embebido en crisma a Rusia, y según me dijeron, nuestro Sí­nodo de Obispos ahora recibe cartas en las que los que escriben dicen que se convencieron una vez más que nuestra Iglesia está en el camino correcto. Si tratamos de esconder este milagro, como dijo Nuestro Señor Jesucristo, dentro de un lugar oculto, no podremos cosechar los frutos que se recogen con él. De eso se trata mi gran responsabilidad ante Dios. (Esta entrevista se celebró en septiembre de 1983, cuando el icono estuvo en el Monasterio de la Santí­sima Trinidad, Jordanville, Nueva York, EE.UU. La entrevista se realizó en español por el redactor de 'Rusia Ortodoxa' el Padre Ignacio, y fue publicada en ruso)

 
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