• BUSCADOR

NOTICIAS

27 de diciembre de 2022

Venerable Germán de Alaska

En la segunda mitad del siglo XVIII, pescadores rusos descubrieron las islas Aleutianas en el océano Pacífico que se extienden como una larga cadena desde la costa oriental de Kamchatka hasta la costa occidental de la América del Norte. Con el descubrimiento de las islas Aleutianas se presentó la necesidad de cristianizar a los lugareños, quienes se convirtieron en los ciudadanos rusos.

Para este trabajo apostólico el Santo Sínodo pidió al staretz Nasario de Valaam elegir a los más dotados monjes en su monasterio. Así, en el año 1793 fue organizada una misión eclesiástica de 10 monjes y enviada para predicar la palabra de Dios a los habitantes del Noreste de América. Entre los miembros de esta misión estaba el monje Germán de treinta y tres años, hijo de una familia de comerciantes.

Gracias a la diligencia de estos monjes misioneros la fe cristiana se empezó a divulgar rápidamente — entre los nuevos hijos de Rusia. Unos miles de paganos se cristianizaron. Fue organizada una escuela para los niños recién bautizados y edificada la primera iglesia.

Seis años después, el padre Germán eligió la isla de los Abetos para estar sólo y orar y la llamó el nuevo Valaam. La isla de los Abetos estaba separada de la principal isla Kodiak por un estrecho de dos kilómetros. Esta pequeña isla estaba totalmente cubierta de bosques y con un arroyo que corría en medio de la isla. Sobre esta isla el venerado Germán cumplió sus grandes esfuerzos espirituales durante más de 40 años. San Germán llevaba la misma ropa en verano y en invierno. Como cama utilizaba un pequeño banco cubierto con lana de reno y en la cabecera de la cama dos ladrillos. En lugar de una manta se cubría con una tabla de madera, la cual debía cubrir sus restos mortales, según su determinación. Para hacer sus esfuerzos espirituales más difíciles San Germán llevaba debajo de la ropa pesadas cadenas que no se sacaba nunca. Estos cilicios con sus reliquias se conservan en la iglesia de Kodiak.

Siendo una persona amable y abierta, San Germán se convirtió con los años en el padre de los aleutianos. Enseguida trataba de solucionar sus dificultades, defendía ante las autoridades a los que cometían una falta, defendía a los ofendidos, ayudaba a los necesitados con todo lo que estaba a su alcance. Los aleutianos con sus hijos lo visitaban seguido. Uno pedía consejo, otro se quejaba de la opresión — pedían su ayuda. El Staretz trataba de ayudar a cada uno.

El amor a los aleutianos por parte del padre Germán llegaba hasta la abnegación. Cuando hubo una epidemia mortal que asoló a los aleutianos durante un mes, el padre Germán olvidándose de sí mismo visitaba a los enfermos diciéndoles que tengan paciencia, que recen, que se arrepientan, así ayudaba también a los moribundos.

El Staretz se preocupaba especialmente por el estado moral de los aleutianos. Con este fin, fundó una escuela para los huérfanos, donde les enseñaba la Ley Divina y el canto en la iglesia. Con el mismo fin reunía a los aleutianos en la capilla, cerca de su celda los domingos y fiestas para una oración conjunta. Aquí, sus alumnos leían las oraciones, uno después del otro y el Staretz leía la vida de los Apóstoles y el Evangelio y brindaba un sermón. Durante los oficios religiosos cantaban sus alumnos, bien y armoniosamente. A los aleutianos les gustaban mucho las charlas del padre Germán — muchos lo visitaban. Estas charlas siempre dejaban una inolvidable impresión sobre los oyentes.

En general, el padre Germán era locuaz, hablaba con propiedad, sensatez e incitaba a la virtud. Mayormente hablaba sobre la eternidad, sobre la salvación, sobre la vida futura, sobre la Providencia Divina; también comentaba mucho la vida de los Santos, pero no decía nunca algo demás. Era muy agradable escucharlo. Los que charlaban con él se entusiasmaban tanto que recién a la madrugada y sin muchas ganas los aleutianos y sus mujeres lo dejaban.

El Padre Germán era de baja estatura. Su cara pálida era arrugada, sus ojos de color gris-celeste tenían un brillo especial, todos los rasgos de la cara del Staretz reflejaban la felicidad Divina que él poseía. Hablaba en voz baja de una manera agradable, humilde, con carácter tranquilo, dulce y cautivante mirada, sonrisa agradable y una palabra dulce, todo en él atraía como el imán.

Se dedicó por completo al servicio del Señor. Pasó decenas de años con muchos sinsabores y privaciones. San Germán recibió de Dios el don de clarividencia y de hacer milagros. Cuando se acercó el tiempo de su paso al otro mundo, San Germán pidió a su discípulo Geracimo prender velas delante de los iconos y leer el libro de Los Hechos de los Santos Apóstoles. Un tiempo después su cara se iluminó y él dijo en voz alta: '¡Gracias a Ti, Señor!' Después el Staretz inclinó su cabeza sobre el pecho de Geracimo y la celda se lleno con un aroma fragante. En este momento la cara del padre Germán se iluminó y se fue en paz con el Señor en el mes de diciembre en el año 1837, teniendo 81 años. A la hora de su muerte los habitantes de un poblado cercano vieron una clara columna que se elevaba de la isla de los Abetos hacia el Cielo. Para ellos esta fue la señal del paso del Staretz al mejor mundo adonde él quería irse desde su juventud.

Los aleutianos ortodoxos veneran, hasta el día de hoy, el recuerdo de San Germán y muchas veces bautizan a sus hijos con su nombre.

De las enseñanzas del Venerable Germán

1. Dad un paso con determinación

'¿Qué es lo que usted ama más que todo y qué necesita para su felicidad? ¿No es verdad que de diferentes deseos se puede llegar a uno sólo? ¿Cada uno de nosotros desea aquello que considera lo mejor y más amado? ¿Qué puede ser mejor y superior al Mismo Dios Jesús Cristo, Quien hizo el cielo y embelleció todo, dio vida a todo, conserva todo, alimenta a todos y ama a todos, Que es Amor, lo más hermoso entre los hombres?

¿No debemos poner por encima de todo el amor a Dios, buscarlo y desearlo? ¡Yo, pecador, durante 40 años trato de aprender y no puedo decir que lo amo completamente! ¿Cómo tenemos que amar a Dios? Si nosotros amamos a alguien, entonces lo recordamos siempre, tratamos de ser agradables con el día y noche. ¿Ustedes aman a Dios así? ¿Lo invocan a menudo? ¿Se acuerdan siempre de Él? ¿Rezan siempre y cumplen Su Voluntad, Sus Santos Mandamientos?

'¡Por nuestro bien, para nuestra felicidad hagamos una promesa que desde este día, desde esta hora, desde este minuto — trataremos de amar a Dios por encima de todo y cumplir Sus Mandamientos!'

2. Tened una fe consiente

La fe y el amor a Cristo hacen a un verdadero cristiano. Nuestros pecados no nos impiden ser cristianos de acuerdo a la palabra del Mismo Salvador: Él dijo: 'No vine a llamar a los justos, pero salvar a los pecadores. Hay más alegría en el cielo cuando uno pide perdón, que sobre los 99 justos.' Así también le dijo a la mujer pecadora que tocó Sus pies y al fariseo Simón: 'A quien mucho ama, se le perdona mucho, pero a quien no tiene amor, se le exige mucho más'. Con estas reflexiones el cristiano debe tener la esperanza y alegría y no prestar atención a la desesperación. Hay que tener un escudo de fe. (Que en nuestro tiempo es: a) El conocimiento y el amor al oficio religioso ortodoxo, la tradición u la historia. b) Una clara comprensión de las herejías, las sectas, el ecumenismo y el comunismo. De lo que ocurre ahora en todo el mundo — Nota de la redacción.)

3. Librad una batalla constante

'No estamos entre las olas marinas agitadas, pero en el vanidoso y muy agitado mundo, según las palabras de los apóstoles. A pesar de no tener la felicidad que tenían los santos apóstoles, nuestra pelea es con el mismo principio inmaterial y con los poderes que habitan en la oscuridad de este siglo. Con los espíritus de maldad por debajo del cielo, quienes tratan de atrapar y no dejar entrar a todos los que van a nuestra patria celestial. De acuerdo a las palabras del Santo Apóstol Pedro: 'el enemigo nuestro, el diablo, anda como el león hambriento buscando a quien puede tragar'. El pecado, para l Dios que nos ama, es como una flecha del enemigo durante la batalla.

4. Tened una meta en la vida

'El verdadero cristiano es un guerrero, quien trata de pasar a través de los ejércitos invisibles del enemigo hacia su patria Celestial'. Los vanos deseos de este siglo nos alejan de la patria celestial. El amor a ellos y la costumbre visten nuestra alma con un innoble vestido. Los apóstoles lo llamaron 'el exterior del hombre'. Nosotros, caminando en esta vida terrenal, llamamos a Dios para que nos ayude, entonces debemos quitarnos lo innoble y vestirnos con nuevos deseos, con nuevo amor al siglo venidero (tratando de adquirir y seguir al Espíritu Santo) y así sentir nuestro acercamiento o alejamiento de nuestra patria celestial.

(El Justo San Juan de Krondstadt aconsejaba para esto llevar diarios espirituales que le ayudaron mucho para conseguir la costumbre para la vida espiritual). Pero esto no se puede hacer rápidamente, hay que seguir el ejemplo de los enfermos, quienes queriendo estar sanos siempre buscan remedios para curarse.

https://www.fatheralexander.org/booklets/spanish/vida_santos_6.htm#_Toc7231810

 
Horario de los Oficios
Visitas al templo
Casamientos y Bautismos
Oficios Religiosos en otros templos
Velas eclesiasticas
Brasil 315 - San Telmo - Tel.: 4361-4274
Hermandad San Sergio