15 de abril de 2012
EPÍSTOLA PASCUAL
EPÍSTOLA PASCUAL AL CLERO Y PARROQUIANOS DE LA DIÓCESIS DE SUDAMÈRICA
“El ángel exclamó a la Bendita: ¡Regocíjate Virgen Purísima! Y nuevamente ¡Regocíjate! Tu Hijo ha resucitado luego de tres días de la tumba”.
A Ella, a la Muy Bendita Virgen María, le anunció el Arcángel en primer lugar la divina nueva de la Resurrección de Su Hijo y Dios.
“No está aquí, sino que ha resucitado”, escucharon en sagrado temor las mujeres miróforas el anuncio del Ángel en el sepulcro vacío.
Cristo ha resucitado… - estas fueron las primeras palabras de regocijo con las que se saludaban unos a otros los Apóstoles, la Purísima Virgen Madre de Dios y las mujeres miróforas una vez que supieron de la gloriosísima resurrección de Cristo. Unos traían la alegre noticia: ¡CRISTO HA RESUCITADO! Mientras que los otros respondían: ¡EN VERDAD EL SEÑOR HA RESUCITADO! (San Lucas 24, 34). Y hasta nuestros días no dejan de repetirse estas inmortales palabras como fundamento de nuestra salvadora fe y de nuestra bendita esperanza de la vida eterna en el Reino de Cristo, Quien nos ha amado en primer lugar.
La sabiduría de Dios tornó la tumba en la fuente de la esperanza, y hace que la muerte sea la predicadora de la inmortalidad. En estos sagrados días de la Resurrección de Cristo, cuando nosotros "celebramos la destrucción de la muerte", la Santa Iglesia con sus solemnes cantos, con su repique de campanas y luminosa hermosura nos insta con fervor a la plena alegría espiritual: "en este día que el Señor ha creado, alegrémonos y regocijémonos". Abramos, queridos padres, hermanos y hermanas, nuestros corazones purificados “y abracémonos unos a otros… y perdonemos con la Resurrección a todos los que nos han ofendido”.
Felicito de todo corazón con la festividad de la salvadora PASCUA DE CRISTO, a todo mi querido rebaño de la diócesis de Sudamérica, al honorable clero que lleva sobre sus, a veces ya frágiles, hombros el esfuerzo del sacerdocio en este tiempo tan difícil de apostasía, a todos los que sirven en la iglesia, a los miembros de los Consejos de las iglesias, a las Hermandades de mujeres encabezadas por sus hermanas mayores, a los coreutas y todos los que se esfuerzan por el bien salvador común.
¡Que el Resucitado Dador de la Vida nos otorgue comulgar dignamente de la salvadora gracia de esta divina festividad!
Los saludo con el regocijo pascual: ¡CRISTO RESUCITÓ!
Y de mi parte les respondo: ¡EN VERDAD RESUCITÓ!
+ Humilde Gregorio
Obispo de San Pablo y Sudamérica
Abril de 2012
|