21 de junio de 2014

Día de todos los Santos de la Tierra Rusa

En la infinita riqueza de la Personalidad universal de Cristo cada nación destacó las características de santidad, más cercanas a su corazón, más evidentes, más factibles. Hoy celebramos la memoria de todos los santos que resplandecieron en la Tierra Rusa, toda la maravillosa diversidad de la santidad, toda la riqueza de las capacidades humanas terrestres y celestes: las personas que están cerca de nosotros por lazos de sangre, cuyas vidas se entrelazan con los acontecimientos más decisivos de nuestra historia, la gente que es la gloria de nuestra tierra rica, hermosa dispersión y fruto de Cristo (como se pronuncia en el tropario festivo).

Esta asamblea de los santos rusos, me parece a mí, muestra tres características de las propiedades características de la santidad rusa no en el sentido de que estaban ausentes en otras naciones, sino en el sentido de que precisamente han sido aceptadas y amados por nuestra tierra natal.

En primer lugar - la paciencia infinita del Señor. El apóstol Pedro nos dice que Dios no retarda su juicio, y sufre; Él espera porque Él ama, y ​​el amor todo lo cree, todo lo espera, sólo espera y nunca se detiene. Y este inmutable Cristo paciente, esperando sin cesar en el amor, sufre - porque la paciencia significa la voluntad de seguir esperando hasta no se haya cumplido la voluntad de Dios, pues perduran el horror y la indignación y terribles imágenes de la tierra. La paciencia del Señor también se refleja en nuestra santos, no sólo la resistencia increíble y la resistencia en la hazaña, pero esta apertura del corazón que nunca se desespera por la suerte de los impíos, esta apertura del corazón que cada uno recibe, que es consecuencia lista de este amor paciente que conllevan no sólo una hazaña, sino el sufrimiento y la persecución, sin apartarse del perseguidor, sin renunciar y sin dejar de amar, de buena gana, como dice el apóstol Pablo, aunque sea necesario perderse en la eternidad, pero sólo para que sean salvados aquellos que necesitan la salvación.

Otra propiedad que azotó al pueblo ruso en Cristo, es la grandeza de la humillación de Cristo. Todas las naciones paganas buscan en sus dioses la imagen de lo que sueñan para si mismos - personalmente y en conjunto, desean gloria, potencia, poder, bondad, justicia. E incluso los dioses de la antigüedad que murieron por la causa del pueblo, murieron heroicamente y de inmediato fueron glorificados.

Pero la aparición de Dios en Cristo es diferente. Era imposible de inventar, es imposible un Dios que nadie podría haber imaginado: un Dios que se humilla, derrotado; Dios, quien se rodea de personas que burlan y desprecian, crucificado. Así que sólo Dios puede revelarse a Sí mismo de esta forma, hombre no sólo no podía, sino tampoco quería, sobre todo si se recuerda las palabras de Él mismo al decir que Dios es el ejemplo.

Y esta imagen del Cristo humillado, derrotado, el Dios que es tan grande que puede soportar y hasta el último insulto y permanecer en toda su gloria y majestad, es la que el pueblo ruso ha amado, y ahora ama y porta.

Y la tercera característica, que me gustaría mencionar que creo que es general a todos los santos rusos, es que a lo largo su historia, la santidad de Rusia coincide con la aparición y la expresión del amor. Tipos de santidad alternaron en nuestra tierra como ermitaños y monjes, hombres que vivían en las ciudades; príncipes y obispos; laicos y ascetas, y de todo tipo. Pero ellos no aparecen al azar, lo hacen en ese preciso momento en la historia rusa, cuando una u otra forma de heroísmo podrían revelar claramente su amor por Dios y su amor por la gente. Y esto una de las alegrías de nuestra historia trágica y, a menudo oscura y terrible, que a lo largo de toda esa historia, como hilo rojo y moldura de oro, surcó este flujo de amor divino, y ahí donde se multiplica el pecado, abunda la gracia. Y donde aumenta la crueldad humana, se mostró el amor de Dios, un nuevo sacrificio que curtía en los corazones humanos, la evidencia de la misericordia de Dios, y la piedad humana.