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22 de noviembre de 2015

El riesgo de la fe y la respuesta de la gracia

“No temas; cree solamente, y será salva” (Lc 8:50)

Homilí­a de Monseñor Pablo Yazigi, Arzobispo de Alepo

En el pasaje del Evangelio que leemos hoy, Jairo se acercó a Jesús, se arrodilló ante Él y le pidió que se apurara en ir a su casa porque su hija estaba por morir. Sin embargo, el Señor se atrasó a causa de la mujer hemorroisa, y no llegó sino después de la muerte de la niña, cuando ya no hací­a falta molestar al Maestro. Tanto la fe del padre de la niña como las acciones del Señor para con ella suscitaron la burla de todo el mundo.

En la actitud de Jairo hay un atrevimiento que desafí­a y no acepta lo inamovible, además de esperar hasta el final y aún más allá de este final. Esta profunda fe y esperanza tan extrañas están basadas en la palabra de Jesús a Jairo: “No temas; cree solamente”.

Y la fe de la hemorroisa no era poca. Ella no se rindió a su realidad; pese a que habí­a gastado toda su hacienda desde hací­a doce años en médicos sin conseguir sanarse de su flujo de sangre, sin embargo mantení­a una esperanza en su fuero interno que el Señor habí­a encendido.

En la presencia del Señor, es imposible rendirse a la realidad o a la lógica. La presencia del Señor nos da la fuerza para desafiar nuestra realidad, cuando esta no nos satisface, incluso si el desafiarla está por encima de todo el orden natural o lógico. Aquel que acepta su realidad como un “destino” escrito para él por las circunstancias, este no entró todaví­a en la corriente de los santos quienes se arriesgaron por encima de lo supuesto o inamovible. A nivel social, la mujer hemorroisa estaba marginada, mientras que a nivel religioso era rechazada. Todos estos obstáculos exigí­an de ella resignación y la empujaban a aceptar su situación, absteniéndose de hacer cualquier solicitud o tener alguna esperanza. Sin embargo, el desafí­o de la fe en Jesús no reconoce tales obstáculos ni se rinde ante tales circunstancias. He aquí­ Jairo a quien le comunican que su hija habí­a muerto: el Señor respondió que no tuviera miedo.

¿Cuándo interfiere la gracia divina? Interfiere cuando la fe se arriesga y permanece firme en su actitud. ¿Cuál es la diferencia entre la lógica de la razón y la lógica de la fe? La lógica de la razón se basa en el hecho de que el hombre está solo, mientras que la lógica de la fe se base en el hecho de que el hombre no está solo, sino que el Señor está a su lado. Por supuesto, la lógica de la fe no es irracional, sino que es una adopción no sólo de lo que sabe nuestra razón, es decir es adopción de lo que podrí­a ser que Jesús quisiera. Sabemos cuáles son los lí­mites de la razón y los aceptamos, pero sabemos que el Señor tiene caminos en base a los cuales mantenemos nuestra esperanza.

Y ¿cómo diferenciar entre la racionalidad y la lógica de la fe? El lí­mite es “arriesgarse”, es decir tener fe en la palabra de Jesús: “No temas”, y no en la conclusión racional: “Está muerta”. La fe no es contraria a la lógica, tampoco se detiene en sus lí­mites ni acepta las meras consideraciones religiosas o sociales. La presencia de Jesús en medio de nosotros incentiva en nosotros una esperanza que va más allá de lo existente y de lo que debe ser. Jesús nos hace pensar no en lo que es posible humanamente, sino en lo que es esperado en la fe.

La respuesta de Jesús ante el riesgo humano de tener fe no serí­a escasa. ¿Cuál es la respuesta divina al riesgo de la fe? La respuesta es conocida; Dios no quiere la muerte del pecador, sino que vuelva y viva, y que todo bueno proviene de lo Alto, del Padre de las luces. La respuesta de la gracia es la del amor puro. Por ello, Jesús dijo a Jairo: “No temas; cree solamente”. Pues todas las cosas son posibles en Cristo que nos fortalece.

En la fe, trascendemos las limitaciones y las suposiciones, y entregamos todo al conocimiento de Dios y su amor. La fe no es desafiar hechos y cosas visibles, sino que es esperanza en Cristo en las cosas invisibles.

El cristiano no se limita a pedir sólo lo que es posible sino que reza por lo que es bueno y que Dios quiere, aunque no es a menudo posible lógicamente. Y la voluntad divina obra cuando el ser humano se arriesga y tiene fe.

“No temas; cree solamente”. Amén.

 
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